Lealtanza es el vino más icónico de la bodega y representa exactamente la identidad que reivindica. El respeto por la máxima expresividad de la variedad, siguiendo tres pilares básicos que se repiten como un mantra en esta bodega: elegancia, equilibrio y amabilidad.
Destacan las notas a regaliz, cereza y frutos negros, bien ensamblados con los balsámicos y tostados de la madera; estos aromas dan paso a notas más complejas: tabaco, cedro, cuero, especias como la pimienta o el clavo.
Entrada de gran viveza, ya que es un vino carnoso, con buena acidez y estructura. Los sabores de sus frutos negros, regaliz y especias se ensamblan armoniosamente en boca. Largo posgusto.
Óptimo hasta 2025 aproximadamente si se conserva en buenas condiciones.
Realza y complementa una amplia variedad de guisos, asados y, en general, carnes rojas, así como aperitivos y tapas gourmet. Se recomienda especialmente con carrilleras de ternera al vino tinto.